jueves, 17 de mayo de 2012

Comenzando la feminización

Mi suegra fue el detonante.
Me enseñó a contener un plug "inexpulsable"
Claro, inexpulsable siempre y cuando estes sentado. Porque el propio organismo llega un momento que lo intenta "cagar", no importa su tamaño, si entró puede salir.
Pero ella estaba ahí, siempre atenta, para ejercitarme e introducirme nuevamente el plug.
Pasaba sus dedos por los bordes estirados de mi ano y esto me derretía, me moria de ganas de cagar aquel plug.
Tan pronto lo escupia, más rápido me lo metia. No sé si era más placentero sacarlo que recibirlo, ya que golpeaba su palma contra mis nalgas y testículos y esto me exitaba aún más.
Así por media hora, hasta que ya sin resistencia alguna, me tomaba el pitito y juntaba mis leches para darselas a beber a mi culo.
Hacia jueguitos con sus dedos enlechados en mi ano, formaba burbujas que despues reventaba, en fin se divertia.
A tal punto esta mujer me desquiciaba que en su ausencia yo usaba un plug, para acostumbrarme, para entrenarme, para darme placer.
Con el correr de las semanas me di cuenta que mis huevos y pitito se achicaban, no puede ser, me dije.
Lo que si se agrandaba era mi capacidad de recibir siempre un plug más grande.
Hasta que probó con sus manos... y no paró hasta tener su muñeca abrazada por mi esfinter.
Recorrió mi próstata provocandome una placentera sensación de descompostura.
Movió los intestinos de aquí para allá.
Masajeó mis huevos por fuera y por dentro, no dejandome mover de mi posición de perrito.
El grado de locura que me hizo llegar es comparable sólo con la tortura.
Y siempre, pero siempre terminaba la sesión jugando a hacer globitos...