domingo, 15 de noviembre de 2009
Sin querer queriendo
Aquel día habia ido a buscarte.
Me atendió el trava de siempre y le dije que buscaba a Micaela, pero me dijo... no está.
Bueno ¿que chicas hay? Todavia ninguna, estan por llegar.
¿Puedo esperar? Si sentate, y se fue.
Yo escuchaba que atendia el teléfono, que ofrecia su servicio.
Soy pulcro, pasivo, blanco, lampiño, un metro sesenta y cinco, 90-70-100 y mi servicio es completo, decia.
Habia una música de boleros y un ambiente perfumado.
A los veinte minutos apareció nuevamente y me dijo que habia llamado Micaela para avisar que no podia venir.
Mi desilusión fue enorme, pero no me podia ir con toda la leche encima, asi que le pregunté al puto cuanto cobraba.
Cincuenta pesos me dijo, a lo que respondí "averte?" y lo giré para mirarle el culo.
Tenia un tul blanco y una tanga blanca apretada que disimulaban los genitales.
Buena cola, piel suave asi como sus modales, y acepté.
Pasá por acá me dijo indicandome el dormitorio.
Ponete cómodo ahora vengo.
Me desnudé y cuando apareció fue directo, con su boca comenzó a lamerme y comerme la pija.
Me la hizo poner redura asi que busque su ano inmediatamente con la precaución de no tocar su pene.
Junté saliba en mis dedos y abrí su ano, me metí en él para explorarlo.
Estaba perfectamente limpio y muy entrenado ya que no ofreció resistencia.
Le gustaban mis dedos y me lo hacia notar con movimientos de su cola.
Ya con dos dedos adentro fue cuando noté un roce con sus huevos, que no me afectó porque estaba compenetrado en abrirle bien el orto.
Se dejaba, se entregaba bien relajado, se sometia, y le gustaba.
A mi tambien me gustaba verlo a mi voluntad, asi que buscando los límites le pegué una palmada en la cola.
Una sonrisa aprobadora fue su respuesta.
Ya estaba como loco y para entonces tenia todavia la tanga puesta, lo cual me exitaba mucho más.
Me puse en posicion de perrito para penetrarlo porque no aguantaba más. Mis huevos me dolian y mi carne necesitaba de la suya.
Apoyé la cabeza de mi verga en la entrada de su culo, curvó su cuerpo como esperando ser ensartado.
Y comencé a vacunarlo, estaba recaliente.
Tal fue el grado de locura que me hizo agarrar con sus gemidos, su pasividad, su falta de resistencia, que me decidí a buscar sus huevos y su diminuta verga a pesar de estar erguida.
Lo pajeaba con ganas y lo cogia con fiereza, sin piedad.
Acabamos casi al mismo tiempo, sus contracciones del esfinter mordian mi pija y eso disparaba más leche.
No recuerdo cuanto tiempo duró pero el puto se lo bancó todo.
Volví muchas veces por ese culo, por su suavidad, su ternura, sus ganas de recibir. Hoy, me encanta coger a un hombre que acepta ser mi sumiso, mi agujero, mi descarga de semen. Que busca de mi eso exactamente, que lo someta que lo coja bien cogido. Que le deje el orto abierto y que busque en sus cremas el alivio a tanta entrega. La fuerza con la que intento penetrarlo se complementa con sus movimientos de cadera. La violencia y prepotencia de mis necesidades encuentran en su interior la temperatura de relajacion más anunciada. Su falta de desiciones, de acción, provocan un atropello de mi parte, cogiendolo y cogiendolo sin miramientos. Busco en su permisividad descargar mis más profundos instintos animales, que no sé porque causa se exacerban al saber que se trata de un hombre, un hombre sometido por mi, un hombre que acepta sin balbucear, que sabe, conoce y me reclama como su necesidad.
Veo su culo con los huevos colgando cansados y lo quiero coger de nuevo...
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Hola, muy interesante el articulo, saludos desde Chile!
ResponderEliminarcollege loan
Hola, muy interesante el post, felicitaciones desde Argentina!
ResponderEliminarMuchos saludos, muy interesante el post, espero que sigas actualizandolo!
ResponderEliminarNo está nada mal... Me lo imagino delgadito, fácil de recolocar, ligero, flexible. Con un cuerpazo más hecho no lo hubieras tenido tan fácil. Tal como lo cuentas, no me importaría estar debajo tuyo y hacértelo también fácil, aunque mi cuerpo no es tan delgado ni tan ligero...
ResponderEliminarAmo ser el puto que calma el macho... que morbo
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